miércoles, 19 de diciembre de 2012

jueves, 6 de diciembre de 2012

Epifanía 1

No se, pero esa manía de olvidarme me hace bien,
me sabe dulce cuando todo se hace nada,
creo al punto de saber, que me hace bien estar así,
frío, sin esos antifaces de locura,
con pocas ganas de estar alegre por la vida,
y no te confundas no es la ausencia ni el olvido,
no, no me siento solo por estar aquí,
a nadie le importa demasiado como se vive hoy,
solo miramos y seguimos así, mirando,
y hacemos como que nos interesa el llanto ajeno

Luego de noche,
siempre aquí, a donde todos vamos,
a llenarnos los ojos de ese espanto,
des ese dulce que nos hace siempre bien,
porque nos aterra  tanto estar descalzos,
descalzos y desnudos y completa mente solos.

Es mejor así, se vive tranquilo cuando ella abraza
y te llena las manos de colores,
luces vivas de esperanza,
se vive para seguir andando,
atado a ella,
soledad.

Te deja tranquilo un tiempo,
para que vivas de la mano de ese otro que
eres tu mismo en otro cuento,
quizá lleno de nostalgias o aventuras,
tú mismo en otro yo, un espejo de ti,
de tus propias carencias,
ese otro que en ella se ve tan bien.

Y así te vas, como tantas otros al borde del abismo
te llenas de esa dulce melodía que nos cubre las heridas
juegas a ser feliz, a bailar alegremente
la danza de la muerte y brillas, sonríes
y te llenas de hijos y de estrellas
después el llanto, las horas grises,
los que te recuerdan abrazados de tu historia.

Y  yo sigo aquí, a la espera de los cuervos,
cocechando nostalgias de otros tiempos,
escribiendo que me han dado ganas de estarme quieto,
como pensando, como soñando, preparando el aliento,
quizá me despida de las piedras y lo deje todo,
pero me cuesta tanto decir adiós...