sábado, 28 de junio de 2008

Ruego

Convídame un minuto de tus labios,
deja que tus manos —mariposas de fuego—
cautericen las viejas llagas
de mi piel oscura y seca.

Deja que tus noches envueltas en deseo
se instalen en mis sábanas,
y deja que la luna —eterna voyeurista—
nos arranque los ojos.

Muéstrame un pedazo de tu vida,
regálame un día en tu recuerdo,
arráncame del pecho estas ganas
de ocultarme en tus caricias.

Déjame la piel marcada con tu aroma,
esconde mis penas bajo la cama,
escápate en la noche con mis besos,
pronuncia mi nombre siete veces cada lunes.

Regresa cada tarde para robarme
un poco de mi vida,
procura recordarme cada fin de mes
y olvídame un minuto cada día.

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